Valladolid, Sultana del Oriente
Después de Mérida, la ciudad colonial más grande y famosa de la península de Yucatán es Valladolid. Ambas ciudades llevan el nombre de ciudades españolas. Valladolid, en España, tiene entre otras distinciones, la de haber sido el lugar donde murió Cristóbal Colón. En Yucatán, Valladolid fue fundada por otro famoso conquistador, Francisco de Montejo, al igual que Mérida, en 1543, un año después de haber fundado esta última.
Hace mucho tiempo, a Valladolid se le dio el apodo de “la Sultana del Oriente”, lo que indicaba su papel como centro comercial de la parte oriental de la península. Pero siempre pareció ocupar el tercer lugar, detrás de Mérida (número uno) y Campeche (número dos) en el ranking de ciudades coloniales de la región. Cuando nos mudamos por primera vez a Mérida, hace ya bastantes años, viajábamos a Valladolid de paso, rumbo a otro lugar. De camino a Tulum, o de regreso de Cancún o Playa del Carmen. Hacíamos una parada para almorzar delicioso en el patio del hotel Mesón del Marqués, dábamos una vuelta por el zócalo sin encontrar mucho y seguíamos nuestro camino. Valladolid no nos parecía un destino en sí, sobre todo comparado con los lugares a los que íbamos o de los que veníamos. Cancún, Campeche, Playa del Carmen, Mérida… todos habían recibido inversiones del gobierno en los últimos años para embellecerse: hoteles nuevos, fachadas coloniales restauradas, centros históricos más atractivos para el turismo. Finalmente, hacia el 2009, le tocó el turno a Valladolid.
¿Por qué Valladolid?
¿Qué hace interesante a Valladolid? Primero que nada, su historia. La primera ciudad de México que se llamó Valladolid cambió su nombre a Morelia, en Michoacán. El siguiente asentamiento con ese nombre fue fundado cerca de su ubicación actual, en un lugar plagado de mosquitos y humedad (¿en Yucatán? ¡sí, en serio!), pero tras las protestas de los primeros colonos españoles, se trasladó al sitio donde se encuentra hoy.
Por supuesto, ese lugar era entonces un asentamiento maya, y el hecho de que los españoles destruyeran la población (que probablemente incluía varios sitios sagrados) y usaran las piedras para construir su ciudad colonial, provocó que los mayas locales se rebelaran, rebelión que tuvo que ser “sofocada” (según Wikipedia). Esto debió haber sido una advertencia para los españoles sobre el carácter de los mayas en esta zona, pero aparentemente no lo fue.
Volvieron a recordarlo cuando estalló la Guerra de Castas cerca de Valladolid, a principios de la década de 1840. La chispa que encendió el conflicto fue la ejecución de tres mayas por disputas de tierras, un problema constante entre los conquistadores españoles y los mayas que no habían sido invitados a la fiesta. En cierto punto de la guerra, Valladolid quedó completamente bajo control maya, y todos los españoles y criollos (españoles nacidos en México) huyeron a Mérida o murieron en el intento. Finalmente, tras la victoria (un tanto accidentada) de Mérida sobre los mayas que la rodeaban, Valladolid volvió al dominio colonial, pero nunca recuperó del todo su anterior importancia económica o cultural… hasta ahora.
Valladolid encuentra su lugar
La última vez que visitamos Valladolid, la experiencia y la impresión que nos llevamos de esta misteriosa Sultana fueron completamente diferentes. ¿Nos atrevemos a decirlo? Valladolid empieza a parecer hasta cool.
Primero, el zócalo. Antes un lugar totalmente adormecido, con unas cuantas mujeres vendiendo huipiles, ahora parece estar lleno de vida cada vez que lo visitamos. Sí, las mismas señoras siguen vendiendo huipiles, pero ahora también ofrecen otros productos locales, como huipiles para muñecas Barbie (¿qué tan cool es eso?), y servilletas o carpetas con los mismos bellos bordados florales. Siempre compramos algunas, pues son excelentes como portavasos. Y la Working Gringa quedó fascinada con una bolsa tejida de sisal que consiguió en nuestra última visita por sólo 70 pesos (algo más de 6 dólares).
Ahora en la plaza principal hay un café espresso, el Café Maya, a la izquierda del Hotel María de la Luz, que sirve un excelente capuchino y es propiedad de una pareja de Mérida/Valladolid. Yalat, la tienda de regalos en la esquina cercana al Mesón del Marqués, pertenece a un miembro de la famosa familia Barbachano (Miguel Barbachano fue el primer gobernador de Yucatán), igual que la boutique y cafetería justo enfrente del Mesón, llamada La Cantina Restaurante Bar. En La Cantina, nos atrajeron las mermeladas y otros productos artesanales de la marca local Surya (compramos la mermelada de mango con chile), algo caros pero deliciosos y únicos (excelentes para regalar). Lo que selló la compra fue la etiqueta: “Hecho con mangos del traspatio de las aldeas mayas de Yucatán”. ¡Qué chido!
Descubrimos que en Valladolid pasan muchas más cosas de lo que parece a simple vista.
De Vogue a Valladolid
En una de nuestras últimas visitas, conocimos a Nicolas Malleville y su encantadora pareja, Francesca. ¿Y qué hace un modelo de fama internacional en Valladolid, además de pasar por ahí? Pues mucho más que eso. Hace años, Nicolas compró una casona colonial sobre la hermosa calle que va en diagonal desde el zócalo hasta el Convento de San Bernardino: la Calle de los Frailes. Al mismo tiempo compró un terreno frente al mar en Tulum y otro cerca de Cobá. Y entonces se dio a la tarea de crear un pequeño imperio de belleza seductora, que ahora también ha expandido a Mérida.
Coqui Coqui (un apodo que adoptó y que además es el nombre de una ranita puertorriqueña) es una red de experiencias con cuatro ubicaciones, pensada para los ricos, famosos y curiosos. En Tulum, Coqui Coqui es un hotel íntimo frente al mar, con pocas habitaciones lujosas, un pequeño spa y playa. En Cobá, construyó un hotel boutique con siete habitaciones, cada una con su propio tema. Y en Valladolid, creó la perfumería y spa Coqui Coqui (en la Calle de los Frailes). La tienda donde se vende el perfume está dominada por una enorme estantería de madera oscura que exhibe las fragancias que Nicolas produce en Valladolid. Las habitaciones del fondo están decoradas con exquisito gusto. No tomamos un tratamiento durante nuestra visita, pero vimos una sala donde el placer se fomenta: una tina con patas, espejos elegantes, velas, toallas suaves y aromas Coqui Coqui. Tuvimos que pellizcarnos para recordar que no estábamos en París (bueno, salir al calor también ayudó…). Aunque su agenda de modelos internacionales dificulta la administración local, Nicolas es un experto en crear caché, y eso se nota en todos sus proyectos. Altamente recomendable visitar, y si eres como nosotros, difícil será no salir con un perfume.
Comida, Conventos y Cenotes
Además del zócalo y la Calle de los Frailes, otro punto destacado es el Convento de San Bernardino de Siena. Este fue el primer asentamiento español en la zona, antes de que trasladaran la ciudad más cerca del centro actual. El convento, enorme y de estilo franciscano, ha sido recientemente restaurado y pintado en un tono salmón profundo. Tiene jardines agradables, exposiciones temporales de arte y una rica historia. También cuenta con un cenote subterráneo, aunque solo se puede ver desde arriba, a través de una rejilla con iluminación interior.
La historia del convento está llena de ironía. Fundado por franciscanos con la misión de convertir a los mayas, se encuentra justo en el corazón de lo que fue un antiguo sitio sagrado para los pueblos originarios. Las piedras mayas se usaron para construir la iglesia, y aún se pueden ver algunos fragmentos tallados en la fachada y los muros. A pesar del conflicto histórico, hoy es un lugar tranquilo y hermoso, donde se celebran bodas, misas y eventos culturales.
Valladolid también es famosa por su comida. En realidad, esta zona del oriente de Yucatán tiene su propia tradición culinaria. Mientras Mérida es conocida por su cochinita pibil y sopa de lima, Valladolid destaca por platos como el lomitos de Valladolid (carne de cerdo en salsa de tomate), longaniza de Valladolid (tipo de chorizo ahumado), y el relleno negro (hecho con carne de pavo y chiles quemados). Hay restaurantes que sirven estos platillos en versiones tanto caseras como gourmet.
Una opción popular y accesible para comer es Yerbabuena del Sisal, justo frente al convento. Es un restaurante vegetariano con jugos naturales, platillos frescos, y un ambiente relajado. Si prefieres algo más elegante, Taberna de los Frailes ofrece comida yucateca de autor, con excelente atención y vista al convento.
Y como si esto no fuera suficiente, Valladolid está rodeada de cenotes. Estos pozos de agua dulce son formaciones naturales que los mayas consideraban sagradas. Hay varios accesibles desde el centro, como el cenote Zací, a unas cuadras del zócalo, donde se puede nadar en un entorno casi mágico, con lianas colgando y peces nadando alrededor. Otros cenotes como Xkekén, Samulá y Suytun están a poca distancia en auto o taxi, y cada uno ofrece una experiencia distinta. Algunos están cubiertos, con haces de luz que entran por pequeñas aberturas; otros son abiertos como piscinas naturales.
Hospedaje con historia
Valladolid ha visto surgir muchas opciones nuevas de hospedaje en los últimos años. Aparte del clásico Mesón del Marqués, hay hoteles boutique, casas restauradas y opciones de hospedaje alternativo.
Uno de los más recomendados es Casa Quetzal, cerca del convento, que ofrece habitaciones decoradas con gusto en una casona colonial restaurada. También está Le Muuch, un hotel más moderno y colorido con un enfoque en el diseño y la experiencia del huésped. Y para quienes buscan una conexión más profunda con la historia, Hotel Posada San Juan ofrece una estancia más íntima, con atención personalizada, piscina en el jardín y habitaciones amplias y confortables.
También hay casas coloniales en renta, ideales para familias o estancias largas, muchas de ellas restauradas con atención al detalle. Algunos visitantes incluso han terminado comprando propiedades y mudándose a Valladolid, seducidos por su ritmo de vida, arquitectura y precios aún accesibles.
La misteriosa Sultana
Valladolid… En apenas unos cuantos años, ha pasado de ser una tranquila ciudad colonial histórica a convertirse en una auténtica joya dentro del conjunto de ciudades coloniales de Yucatán. Ni siquiera hemos mencionado que Valladolid está a solo 15 kilómetros de Uayma, uno de nuestros destinos favoritos en el estado. Tampoco hemos hablado de los cenotes a los que se puede llegar caminando desde el zócalo, de la excelente gastronomía por la que se ha hecho famosa, ni de los demás barrios y actividades que están surgiendo por toda la ciudad.
Como Sultana del Oriente, Valladolid conserva un aire de misterio. Aparenta ser una ciudad colonial común, simplemente disfrutando del sol yucateco. Pero seduce, insinúa, se oculta tras un velo de aparente anonimato. ¡No te dejes engañar pensando que aquí no hay nada!
Comments
ValldolidCalling 9 years ago
So true, Valladolid has so much more going on than one would notice just breezing through. There is also a vibrant new music scene going on there with mix of Valladolid musicians (some from musician families going back for generations), along with some equally creative musicians from the States, and now, with new people just starting to arrive from other parts of Yucatan and even Mexico city- because they heard about the exciting things happening music-wise there. The musicians are mixing it up, those from different genres getting together, doing new things. Pretty interesting- and refreshing!
Reply
Liz conover 10 years ago
Great article about Vallodolid- thank you
The style maker of the town, Nicolas Malleville is the coolest dude in Mexico!
Reply
Sandy 10 years ago
I have had a massage at Coqui Coqui Valladolid and it was sumptuous! The space is open air with billowing curtains surrounded by lovely plants. You feel a million miles away from a city or any earthly place. You can begin with a rinse in a giant rock-walled and glass shower or a soak in the long pool on the terrace.. Towel off with thick soft towels. And lay down for a terrific massage experience. Then they recommend you take a bath in those claw-foot tubs to seal the oil into your very relaxed body. So relaxing (and soft) you may need help out of the tub to dry with another deep-pile towel before chilling on the rattan chaises as you sip some water and prepare yourself for reality once again.
Reply
(0 to 3 comments)